¿Poema acerca de la envidia, ¿te has sentido así?
Acerca de una persona cuya presencia o incluso cuyo recuerdo tiende a ser invasivo en el sentido en que desafía mi propia autoridad y forma de pensar.
Amenaza también muchas veces contra mi autoestima, inconscientemente, hasta el momento en que analizo que pienso que no hay razón para sentir envidia.
Pienso que la poesía se usa para expresar simplemente, pensamientos que son naturales en nuestra condición humana, aunque también sentí este escrito casi como un método de exorcismo de la envidia.
¿Qué piensas del poema o del tema?¿Te has sentido así por alguien?
Si pudiera arrancarme tus ojos invasores
Si pudiera arrancarme tus ojos invasores,
tu sombra grande como la de un árbol
con hojas luminosas, si pudiera
arrancarme estas heridas que son las de tu piel
hiriente e invasiva, si pudiera
quitar cada pedazo de luz que irradias
en mi ventana; al fin escucharía lo que he gritado
desde tiempos remotos, y no
tus presumidas carcajadas entre mi alma y mis oídos.
Al fin dejaría de imitar como un paya.so llorón,
dejaría de creerme un erudito caminante,
dejaría de pegarme malas costumbres con el fin de brillar también un poco;
podría escucharme y responderme,
y me mediría con la vara correcta, me juzgaría correctamente,
como un ignorante sabio.
Si pudiera botar por el desagüe el veneno,
quebrar vasos y frascos que me atragantaron su envidia embriagante.
Si pudiera cerrar en mi frente tus ojos invasores,
y abrir los míos, humildes y temerosos y comenzar a cantar el mundo,
y seguir alimentando mis palabras,
mis huesos, mis paisajes, mis flores...
cantaría paz con un cuervo menos cada madrugada.
24 Julio 2012.-
5 respuestas
- Anónimohace 9 añosRespuesta preferida
DISCIPULO
ODA A LA ENVIDIA
Pablo Neruda.
Yo vine
del Sur, de la Frontera.
La vida era lluviosa.
Cuando llegué a Santiago
me costó mucho cambiar de traje.
Yo venía vestido
de riguroso invierno.
Flores de la intemperie
me cubrían.
Me desangré mudándome
de casa.
Todo estaba repleto,
hasta el aire tenía
olor a gente triste.
En las pensiones
se caía el papel
de las paredes.
Escribí, escribí sólo
para no morirme.
Y entonces
apenas
mis versos de muchacho
desterrado
ardieron
en la calle
me ladró Teodorico
y me mordió Ruibarbo.
Yo me hundí
en el abismo
de las casas más pobres,
debajo de la cama,
en la cocina,
adentro del armario,
donde nadie pudiera examinarme,
escribí, escribí sólo
para no morirme.
Todo fue igual. Se irguieron
amenazantes
contra mi poesía,
con ganchos, con cuchillos,
con alicates negros.
Crucé entonces
los mares
en el horror del clima
que susurraba fiebre con los ríos,
rodeado de violentos
azafranes y dioses,
me perdí en el tumulto
de los tambores negros,
en las emanaciones
del crepúsculo,
me sepulté y entonces
escribí, escribí sólo
para no morirme.
Yo vivía tan lejos, era grave
mi total abandono,
pero aquí los caimanes
afilaban
sus dentelladas verdes.
Regresé de mis viajes.
Besé a todos,
las mujeres, los hombres
y los niños.
Tuve partido, patria.
Tuve estrella.
Se colgó de mi brazo
la alegría.
Entonces en la noche,
en el invierno,
en los trenes, en medio
del combate,
junto al mar o las minas,
en el desierto o junto
a la que amaba
o acosado, buscándome
la policía,
hice sencillos versos
para todos los hombres
y para no morirme.
Y ahora,
otra vez ahí están.
Son insistentes
como los gusanos,
son invisibles
como los ratones
de un navío
van navegando
donde yo navego,
me descuido y me muerden
los zapatos,
existen porque existo.
Qué puedo hacer?
Yo creo
que seguiré cantando
hasta morirme.
No puedo en este punto
hacerles concesiones.
Puedo, si lo desean,
regalarles
una paquetería,
comprarles un paraguas
para que se protejan
de la lluvia inclemente
que conmigo llegó de la Frontera,
puedo enseñarles a andar a caballo,
o darles por lo menos
la cola de mi perro,
pero quiero que entiendan
que no puedo
amarrarme la boca
para que ellos
sustituyan mi canto.
No es posible.
No puedo.
Con amor o tristeza,
de madrugada fría,
a las tres de la tarde,
o en la noche,
a toda hora,
furioso, enamorado,
en tren, en primavera,
a oscuras saliendo
de una boda,
atravesando el bosque
o en la oficina,
a las tres de la tarde
o en la noche,
a toda hora,
escribiré no sólo
para no morirme,
sino para ayudar
a que otros vivan,
porque parece que alguien
necesita mi canto.
Seré,
seré implacable.
Yo les pido que sostengan
sin tregua el estandarte
de la envidia.
Me acostumbré a sus dientes.
Me hacen falta.
Pero quiero decirles
que es verdad:
me moriré algún día
(no dejaré de darles
esa satisfacción postrera),
no hay duda,
pero moriré cantando.
Y estoy casi seguro,
aunque no les agrade esta noticia,
que seguirá
mi canto
más acá de la muerte,
en medio
de mi patria,
será mi voz, la voz
del fuego o de la lluvia
o la voz de otros hombres,
porque con lluvia o fuego quedó escrito
que la simple
poesía
vive
a pesar de todo,
tiene una eternidad que no se asusta
tiene tanta salud
como una ordeñadora
y en su sonrisa tanta dentadura
como para arruinar las esperanzas
de todos los reunidos
roedores.
saludos.
- hace 9 años
Hola buen dia, es una muy buena pregunta, a veces pienso que es el peor defecto de un ser humano, sobre todo cuando te dicen "es envidia de la buena" para mi gusto y forma de pensar ese tipo de envidia no existe, es una manera de decir el sentimiento sin que la otra persona lo tome a mal, me ha gustado mucho tu escrito, explicas tan bien lo que es la envidia de una manera maravillosa y muy creativa, de verdad que me ha encatado! Ojala pudiera seguirte leyendo,
Si pudiera botar por el desagüe el veneno,
quebrar vasos y frascos que me atragantaron su envidia embriagante.
Si pudiera cerrar en mi frente tus ojos invasores,
y abrir los míos, humildes y temerosos y comenzar a cantar el mundo,
y seguir alimentando mis palabras,
mis huesos, mis paisajes, mis flores...
cantaría paz con un cuervo menos cada madrugada.
ESTA PARTE ME GUSTO MUCHO :)
Te envio un saludo y te comparto un escrito mio que espero tengas la oportunidad de leer y comentar...
- blechaLv 4hace 4 años
Hermoso poema. Y dirás misa, pero no lo encuentro envidioso sino humilde. Nos topamos, de pronto, con voces que nos arrasan. Algunas, nos incitan tanto a la admiración que callamos; otras, son dagas que silencian alevosía. Pero ambas, a pesar de los pesares, nos despiertan ávidas el impulso de ser. Me gustó harto. Desafío el día, llegará la hora a acurrucarme con un cuervo menos. Gracias.
- Anónimohace 9 años
si, han sido 2 veces.
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